REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
JUZGADO QUINTO PRIMERA INSTANCIA EN LO CIVIL, MERCANTIL Y DEL TRANSITO

REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

PODER JUDICIAL
Juzgado Quinto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Bancario de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas.
Caracas, 12 de Mayo de 2011
201º y 152º

ASUNTO: AP11-O-2011-000062
Conforme a lo solicitado en el escrito libelar en la acción de AMPARO CONSTITUCIONAL, siguen los ciudadanos ISABEL MARCANO, VALERIA CONTRERAS, EVA GARCÍA, SORAIDA CABRITA, MIGUEL BRICEÑO, ABIGAIL COLMENARES, LUIGI MANFREDI, MARÍA PESTANA, DANIEL CHAVEZ y SASKIA RADULESCU, venezolanos, mayores de edad, de este domicilio y titulares de las Cédulas de Identidad Números V- 6.928.634, 4.033.168, 15.168.430, 10.822.438, 1.749.229, 2.565.016, 7.923.696, 81.115.237, 3.396.586 y 12.070.708 respectivamente, debidamente asistidos por el Abogado en ejercicio LUIS ENRIQUE PINZÓN QUIROZ, en su carácter de DEFENSOR PÚBLICO PROVISORIO TERCERO CON COMPETENCIA EN MATERIA CIVIL y ADMINISTRATIVA ESPECIAL INQUILINARIA y para la DEFENSA DEL DERECHO A LA VIVIENDA, inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado (INPREABOGADO), bajo el Número 104.703; contra la ciudadana GLADYS RANGEL HERNÁNDEZ, venezolana, mayor de edad, de este domicilio y titular de la Cédula de Identidad Número V- 3.182.769 , el cual se sustancia en el Expediente Nº: AP11-O-2011-000062, de la Nomenclatura Interna llevada por el Archivo de este Juzgado, se ordena ABRIR el presente Cuaderno de Medidas para proveer sobre la Medida Cautelar Nominada de PRIHIBICIÓN DE ENAJENAR Y GRAVAR solicitada por los accionantes en su correspondiente libelo, y al respecto este Tribunal observa:
Observa esta jurisdicente que la institución del amparo concebida como una acción destinada al restablecimiento de un derecho o una garantía constitucional lesionado, sólo se admite para su existencia armoniosa con el sistema jurídico, como una medida extraordinaria, destinada a evitar que el orden jurídico quede lesionado ante la inexistencia de una vía idónea que por su eficacia impida la lesión de un derecho que la Constitución garantiza a un sujeto. De esta manera el carácter excepcional que se le ha atribuido a la acción de amparo constitucional lo hace admisible cuando los medios ordinarios son insuficientes para restablecer la situación infringida.
Ha determinado la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia que el Amparo Cautelar tiene una naturaleza preventiva, dirigida a la protección temporal de los derechos de la parte recurrente mientras se dicta la sentencia definitiva en el recurso principal, requiriendo para su procedencia la existencia de un medio de prueba del cual se evidencia la presunción grave de violación o amenaza de violación de un derecho constitucional y la verificación por parte del organismo jurisdiccional, de que la suspensión de los efectos del acto recurrido resulta procedente, puesto que de no acordarse la misma, resultaría imposible el restablecimiento mediante la sentencia definitiva de la situación que motiva la acción.
Asimismo, determinó la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, que la tramitación de este tipo de amparos (Cautelares) debe realizarse con una tramitación similar a la seguida en los casos de otras medidas cautelares, por lo que una vez admitida la causa principal, se hará el pronunciamiento sobre la providencia cautelar de amparo solicitada, con prescindencia de cualquier otro aspecto, cumpliéndose así con el propósito previsto en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Así las cosas, tenemos que los querellantes solicitaron se dictara MEDIDA DE PROHIBICIÓN DE ENAJENAR Y GRAVAR sobre el EDIFICIO WANDA, que se encuentra situado en la Calle Orinoco, Urbanización las Mercedes, Municipio Baruta, estado Miranda, propiedad de la ciudadana GLADYS RANGEL.
Ahora bien, tenemos que el artículo 588 del Código de Procedimiento Civil, contempla lo siguiente:

“Artículo 588:
…omissis…
Parágrafo Primero: Además de las medidas preventivas anteriormente enumeradas, y con estricta sujeción a los requisitos previstos en el artículo 585, el Tribunal podrá acordar las providencias cautelares que considere adecuadas, cuando hubiere fundado temor de que una de las partes pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra. En estos casos para evitar el daño, el Tribunal podrá autorizar o prohibir la ejecución de determinados actos, y adoptar las providencias que tengan por objeto hacer cesar la continuidad de la lesión…omissis…”.

Por otro lado, tenemos lo dispuesto en el artículo 585 eiusdem, el cual reza textualmente:
“Las medidas preventivas establecidas en éste Título las decretará el Juez, sólo cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo y siempre que se acompañe un medio de prueba que constituya presunción grave de ésta circunstancia y del derecho que se reclama”.

Es claro que el Juez Constitucional en la tramitación de la acción de amparo, no debe ceñirse a la rigidez del proceso contemplado en el Código de Procedimiento Civil, y menos aún en lo que respecta al decreto de las medidas cautelares.
Así lo dejó sentado nuestro Máximo Tribunal en sentencia número 156, del 24 de marzo de 2000, dictada por la Sala Constitucional con ponencia del Magistrado Dr. JESUS EDUARDO CABRERA ROMERO, donde estableció los parámetros que deben considerarse para decretar medidas cautelares en los procedimientos de amparo constitucional, en los términos que a continuación se transcriben:
“…A pesar de lo breve y célero de estos procesos, hay veces en que se hace necesario suspender el peligro que se cierne sobre la situación jurídica que se dice infringida o evitar que se pueda continuar violando antes que se dicte el fallo del proceso de amparo; y dentro de un Estado de Derecho y de Justicia ante esa necesidad, el juez del amparo puede decretar medidas precautelativas. Pero para la provisión de dichas medidas, y al menos en los amparos contra sentencias, al contrario de lo que exige el Código de Procedimiento Civil, al peticionario de la medida no se le pueden exigir los requisitos clásicos de las medidas innominadas: fumus boni iuris, con medios de prueba que lo verifiquen; ni la prueba de un periculum in mora (peligro de que quede ilusoria la ejecución del fallo), como sí se necesita cuando se solicita una medida en base al artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, donde también han de cumplirse los extremos del artículo 588 eiusdem, si se pide una cautela innominada.
Dada la urgencia del amparo, y las exigencias del artículo 18 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, no puede exigírsele al accionante, que demuestre una presunción de buen derecho, bastando la ponderación por el juez del fallo impugnado; mientras que por otra parte, el periculum in mora, está consustanciado con la naturaleza de la petición de amparo, que en el fondo contiene la afirmación que una parte está lesionando a la otra, o que tiene el temor que lo haga y, que requiere que urgentemente se le restablezca o repare la situación.
De allí, que el juez del amparo, para decretar una medida preventiva, no necesita que el peticionante de la misma le pruebe los dos extremos señalados con antelación en este fallo, ni el temor fundado de que una de las partes pueda causar a la otra lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra, ya que ese temor o el daño ya causado a la situación jurídica del accionante es la causa del amparo, por lo que el requisito concurrente que pide el artículo 588 del Código de Procedimiento Civil, para que procedan las medidas innominadas, tampoco es necesario que se justifique; quedando a criterio del juez del amparo, utilizando para ello las reglas de lógica y las máximas de experiencia, si la medida solicitada es o no procedente.

Viene a ser la posible tardanza de la resolución del proceso de amparo, así él sea breve, el elemento principal a tomar en cuenta por el juez que ha admitido el amparo, a los fines del decreto de medidas preventivas, y ello queda a su total criterio. El juez que admite un amparo, no lo hace con el mismo criterio que el juez civil que admite la demanda a ventilarse por el juicio ordinario, ya que lo que se pondera en este proceso es distinto. En el amparo lo que analiza el juez es la posibilidad de que se esté lesionando al accionante en un derecho constitucional, motivo por el cual la sentencia de amparo no es ni de condena, ni mero declarativa, ni constitutiva; y si por la verosímil lesión se da curso al amparo se está aceptando la posibilidad de un buen derecho por parte del accionante, que no necesita prueba específica, bastándose el fallo impugnado para crear la verosimilitud, lo que motiva la admisión de la acción y la apertura del juicio de amparo.
Quien intenta un juicio ordinario pide se le satisfaga una pretensión de naturaleza civil. Aspira que se dicte una sentencia mero declarativa, constitutiva o de condena, y por ello las medidas preventivas nominadas o innominadas buscan (excepto en la sentencia mero declarativa) que no quede ilusoria la ejecución del fallo, y se exige prueba de esa circunstancia; o las cautelas solicitadas persiguen que una parte no cause lesiones graves o de difícil reparación en el derecho de la otra. Pero quien intenta un amparo no pide una sentencia de condena, mero declarativa o constitutiva, sino que cese de inmediato una lesión, o una amenaza, a su situación jurídica.
Quien acciona el amparo se limita a pedir que cese la lesión o la amenaza lesiva, y si tiene razón, el juez lo restablece en la situación o le evita el perjuicio; pero todo ello es transitorio, pudiendo las partes en juicio contencioso dirimir sus derechos que en el amparo no se discuten.

Tal realidad se refleja sobre las medidas preventivas que puedan las partes solicitar. Para el proceso de naturaleza civil y debido a que se discuten derechos, se exige al peticionante de la medida el cumplimiento de requisitos, ya que el derecho aún no se ha declarado a su favor, y cuando ello sucede con un fallo firme, surgirá la cosa juzgada que habrá de ejecutarse en algunas sentencias. Pero en el proceso de amparo, donde no hay que asegurar los efectos de la declaratoria del derecho (ejecución) o de su posible lesión, sino de que se detenga una agresión que disminuye o enerva la situación jurídica, o que se la evite, no pueden exigirse el cumplimiento de requisitos idénticos a los del juicio civil, porque lo que esté ocurriendo con la situación jurídica que es el objeto del amparo, debe existir para el momento en que se interpone la acción, debe tratarse de una situación urgente, y mal puede ante ella, pedir el juez de amparo constitución de garantías para decretarlas, o requerir el cumplimiento de las exigencias del Código de Procedimiento Civil, con lo que estaría desconociendo la situación que es la esencia de la acción de amparo.
POR ELLO, EL JUEZ DE AMPARO UTILIZANDO SU SABER Y PONDERANDO CON LO QUE EXISTE EN AUTOS LA REALIDAD DE LA LESIÓN Y LA MAGNITUD DEL DAÑO, LA ADMITE O LA NIEGA SIN MÁS.

Lo importante de la medida que se solicita con el amparo, es la protección constitucional que se pretenda y, al igual que en los artículos 3 y 5 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, la protección constitucional se concreta suspendiendo efectos lesivos o amenazantes, y es éste el tipo básico de medidas que puede pedir el accionante, y cuyo decreto queda a criterio del juez de amparo si lo estima o considera procedente para la protección constitucional sobre la cual gravita la inmediatez del daño. Es más, no permitiendo la estructura del proceso de amparo una específica oposición a la medida que se pide con la solicitud de amparo, el juez debe analizar muy bien los efectos que puede causar la medida que decrete, teniendo en cuenta la actuación de los afectados y el carácter reversible de lo que decrete, en el sentido de que si el accionante no tuviese razón, la medida no perjudica al accionado. Esto sin perjuicio de la responsabilidad proveniente del error judicial”.


Ratificando y ampliando la anterior decisión, se pronunció la Sala Constitucional en fecha 01 de marzo de 2001 caso HENRIQUE CAPRILES RADONSKI, donde estableció lo siguiente:

“(…) Ahora bien, ciertamente en decisión de fecha 24 de marzo de 2000 dictada por esta Sala Constitucional, quedó sentada la tesis que postula la posibilidad de otorgar medidas cautelares integradas a un proceso de amparo, no obstante “lo breve y célere” del procedimiento. Asimismo, quedó igualmente sentada, la tesis según la cual el juez dentro de este tipo de procesos, y dadas las circunstancias particulares del caso, podía prescindir de la exigencia al presunto agraviante de elementos probatorios suficientes para acordar la protección inmediata, que exigiera la situación en que el mismo se encontrara, situación que el juez en cada caso examinaría realizando la ponderación correspondiente.
Advierte esta Sala que no se desprende de la citada sentencia que el órgano jurisdiccional que conozca de la acción de amparo deba constantemente y ante cualquier solicitud conceder la medida cautelar solicitada, antes bien, debe siempre analizar cada caso concreto y verificar si de lo alegado por el solicitante se evidencia la presunción a su favor del buen derecho que reclama, o si existe o no fundado temor de que quede ilusoria la ejecución del fallo, o que los daños sean irreparables o de difícil reparación como consecuencia del no otorgamiento de la cautela solicitada.
Efectivamente existe una ampliación de los poderes que posee el Juez Constitucional para tornar más efectiva la tutela judicial que está llamado a ofrecer, como un mecanismo óptimo que le permita y habilite para que de manera inmediata otorgue al justiciable la medida judicial acorde, que lo haga gozar y disfrutar el derecho o garantía constitucional que le ha sido vulnerado, restituyéndolo a la situación jurídica que le había sido infringida.
A tal efecto, y considerando los derechos e intereses que poseen los demás ciudadanos que no son parte en el juicio de amparo, pero contra quienes podría obrar la tutela que se acuerde, el juez está obligado a realizar una ponderación de las circunstancias y elementos del caso, el derecho que se alega violado y asegurarse que efectivamente la medida que se dicte o acuerde, persiga o sea el medio idóneo para proteger la situación del accionante, de allí que deba esta Sala proceder a examinar si, en el presente caso, se dan los supuestos mencionados que hagan procedente la medida cautelar innominada, es decir, si se verifican las condiciones de procedencia”.

Así las cosas, constata este Tribunal que los querellantes conjuntamente con la acción de amparo, consignaron como anexo marcada con la letra “E” copia fotostática de anuncio del Diario El Universal, de fecha 12 de Septiembre del 2010, donde la Ciudadana GLADYS RANGEL hace oferta pública del Edificio Denominado WANDA, a su vez consignaron marcado con la letra “F” Clasificados de la página web, de El Universal, donde nuevamente ofrece en venta el mencionado inmueble.
Ahora bien, los querellantes aducen en el escrito libelar de la presente acción ser inquilinos del inmueble denominado WANDA, antes identificado, a su vez alegan que el mismo está siendo ofertado públicamente documentando lo dicho a través de recaudos consignados, violándoles a su decir, el derecho de preferencia ofertiva que les asiste.
Así las cosas, de una revisión de las actas procesales observa esta juzgadora a prima facie que existen elementos de convicción que permiten presumir que pueda quedar ilusoria la ejecución del fallo, en caso de no decretarse la cautelar solicitada, pueda la querellada durante el iter procedimental, enajenar el prenombrado inmueble. Por lo que es forzoso para esta Juzgadora de conformidad con el criterio jurisprudencial antes transcrito y en aras de garantizar el derecho a la defensa de los querellantes se DECRETA MEDIDA DE PROHIBICIÓN DE ENAGENAR Y GRAVAR sobre el inmueble constituido por un EDIFICIO denomina WANDA, situado en la Calle Orinoco, Urbanización las Mercedes, Municipio Baruta, estado Miranda, propiedad de la ciudadana GLADYS RANGEL, suficientemente identificada, en consecuencia se ordena librar oficio al Registro Inmobiliario del Primer Circuito del Municipio Baruta del estado Miranda, a los fines de que se estampe la respectiva nota marginal. Así se establece.-
La Juez,

Abg. Aura M. Contreras de Moy
La Secretaria

Abg. Leoxelys E. Venturini M.


PUBLIQUESE Y REGISTRESE

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho del Juzgado 5º de 1era Ins. C.M.T.B. En la Ciudad de Caracas, a los 12 de Mayo de 2011. 201º y 152º.

En esta misma fecha, siendo las 5:32 PM, previo el cumplimiento de las formalidades de Ley, se publicó y registró la anterior sentencia, dejándose en la Unidad de Archivo la copia certificada a la cual hace referencia el artículo 248 de Código de Procedimiento Civil.
La Secretaria

Abg. Leoxelys E. Venturini M.

Asunto: AP11-O-2011-000062